lunes, 9 de septiembre de 2013

MITOS EN EDUCACIÓN 4. "El conocimiento no ocupa lugar"


Desde pequeños hemos escuchado en versiones diversas pero convergentes aquello que “el conocimiento no ocupa lugar” o espacio o lo que sea. De hecho, el conocimiento no pesa, al menos para el sentido común; y si no pesa es porque no tiene masa, diría un físico; y si no tiene masa, no tiene espacio, no tiene un lugar. Los neurocientistas podrían agregar que se trata de redes de interacciones neuronales que se producen al conocer. No sabemos dónde se guardan dichos conocimientos –aunque hay identificadas áreas de “memoria” en el cerebro. Tampoco sabemos cómo y bajo qué formatos se guardan los conocimientos.

Todo lo anterior es verdad y a la vez es un engaño. Los hechos que aluden las teorías científicas sostienen las afirmaciones anteriores, si se quiere posar de “objetividad”. También, siempre ha sido un argumento para señalar a la juventud que el estudio no le hace mal a nadie, aparte de no ocupar lugar, no pesar físicamente.

Pero también hay otros hechos importantes. Que no ocupe lugar o no tenga masa no implica que no exista. Tampoco que sea desdeñable y no valga nada. Por el contrario, el conocimiento adquiere diversas connotaciones en nuestra sociedad que señalan que el conocimiento sí ocupa espacio y cumple roles.

Primero, este conocimiento que no ocupa lugar no es cualquier conocimiento. Si el currículum es un lugar para el conocimiento, hay ciertos saberes que están incluidos y otros no. Los saberes incluidos no están ahí inocentemente: se trata de la formación de las jóvenes generaciones, por lo que se explica esta selección. El punto más crítico reside en quiénes seleccionan los contenidos y los propósitos que buscan.

Segundo, el conocimiento es cada vez más un “capital”, es decir, una propiedad cuya posesión nos permite tener más. Ocasionalmente, ser más. Esta tendencia no es nueva – de hecho toda la política de patentes y propiedad intelectual y las prácticas del espionaje industrial así lo revelan. Pero ahora se trata del conocimiento que han acumulado los miembros de la organización, que no se encuentra codificado ni sistematizado. Es así que la pérdida de un empleado puede representar una pérdida en la competitividad de la empresa. 

Tercero, el conocimiento es una forma de establecer y perpetuar la dominación política de un grupo sobre otros, especialmente de un conglomerado sobre el conjunto de la sociedad. La manipulación de la información que hacen los medios es una clara evidencia de ello. Si nos dicen machaconamente que vivimos en el mejor de los mundos posibles, entonces la forma de conocer la realidad estará sesgada y condicionada con esta visión.

Cuarto, el conocimiento es un recurso de ventas. Acompañado con escaparates iluminados y llenos de todos los productos que nos ofrece el mercado hoy, el mensaje que invita al consumo es claro.

En las prácticas reales, el conocimiento no es universal sino que siempre está acotado. El caso del currículum escolar es claro en este punto. Los saberes parciales y sesgados que se enseñan a los estudiantes, la mayor fuerza del carácter utilitarista que el conocimiento, la unidimensionalidad de las visiones de la realidad, y la formación de consumidores antes que ciudadanos, es una clara muestra que el conocimiento no ocupa lugar, pero sí decide el lugar que ocupamos en la vida.