martes, 8 de noviembre de 2016

Elecciones en los Estados Unidos

A estas alturas ya sabremos quién es el/la nuevo/a Presidente de los Estados Unidos. Durante meses la prensa mundial y nacional ha seguido con atención las campañas. Al menos en el contexto nacional no deja de ser notoria la preferencia por la candidata demócrata y el rechazo al candidato republicano. Ambas actitudes son relativamente explícitas.
¿Y a nosotros qué puede importarnos quién sea elegido/a? ¿En qué sentido mejorará nuestra vida si gana la Sra Clinton? ¿Y en qué medida nuestra vida será peor si gana el Sr Trump? Porque ese es el mensaje: Clinton es la salvación, mientras que Trump es el caos y la perdición.
La misma pregunta nos formulamos en la elección de hace 8 años cuando se postulaba el primer ciudadano de ancestros africanos y que resultó electo para gran alegría de todos. Y ahora luego de 8 años seguimos igual. ¿Será diferente en este nuevo período? Personalmente creo que no. Los presidentes de los EEUU son presidentes de ese país, siempre van a anteponer a su gente antes que los demás, y cuando se sientan amenazados (real o imaginariamente) van a desplegar todo su potencial bélico para defenderse.
La diferencia que podría haber es que una lo haría con mayor tacto y consideración mientras que el otro actuaría con franqueza y brutalidad. No sé qué es mejor… o peor.
Ha habido toda una especulación en las bolsas, que se debilitan, no hay aumento en los volúmenes de transacciones. Pero nadie sabe si esto es o no una manipulación mediática y publicitaria para amenazar veladamente a quienes quieren cambios más profundos. En nuestro país ha sido una constante la amenaza que si gana cierta línea política el país se irá al despeñadero, será la debacle definitiva, etc. Los porfiados hechos evidencian que nada de eso es verdad o se produce por efecto automático de los hechos. Siempre hay una mano que mueve los hilos. La mano invisible del mercado que propone Adam Smith es cualquier cosa menos invisible. En Chile sabemos quiénes están detrás de todas las decisiones, quiénes imponen sus intereses en los diversos ámbitos de la actividad nacional. Son unas pocas familias que todo lo controlan.  
En todo caso, demócrata o republicano, nada cambiará. Los países del tercer y cuarto mundo seguiremos donde estamos. Los de siempre seguirán siendo más ricos y poderosos; los de siempre seguirán siendo pobres, explotados y discriminados. Solamente queda “portarse bien” para no enojar al Hermano Mayor, al Guardián del Universo, es decir, al agente de los dueños del capital que controlan nuestras vidas.