domingo, 3 de junio de 2012

LA UNIVERSIDAD DEL MAR Y EL MINISTRO DE EDUCACION


¿Por qué será que casi no nos sorprendió la renuncia del ex rector de la Universidad del Mar y lo que declaró al respecto? ¿Por qué esta noticia es sólo eso, una noticia, y no un escándalo? ¿Por qué no ha revestido la notoriedad del caso de La Polar? ¿Acaso las malas prácticas comerciales de una universidad son menos relevantes que las de una tienda de retail?

El Ministro de Educación anunció que el lunes próximo (4 de junio) auditarían a la Universidad del Mar, arriesgando incluso su clausura de hallársela culpable (¿cuál será el delito?). A la vez llama a los estudiantes  “a que sigan estudiando, a estar tranquilos” puesto que “las sanciones son para la universidad y no para sus estudiantes”.

Interesantes palabras del ministro, que traducen lo siguiente:

Primero, el ministro no hace distinción entre la universidad como ente académico y la universidad como negocio; de hecho señala que los “controladores” (dueños) no habrían hecho bien las cosas

Dado que universidad y dueños son lo mismo, entonces queda claro que el negocio y la universidad no son cosas diferentes sino una sola y la misma. La universidad es un negocio como cualquier otro, como una tienda de departamentos, un supermercado, un restaurante.

Por esa razón el ministro no hace referencia alguna al tema del lucro; quizás por dos razones: (a) porque según la ley las universidades no persiguen lucro (!!!), o bien (b) porque para el ministro el lucro es algo “natural”; también pueden ser las dos razones simultáneas

Por ello se entiende que el cuestionamiento ministerial a la universidad no es por el lucro sino por no cumplir los estándares básicos del negocio. Lo se sanciona  es la codicia, la rapiña sin límites; porque incluso en el modelo neoliberal hay ciertos límites, “esas cosas no se hacen porque perjudican al negocio”. Así, una tienda que estafa a sus deudores (La Polar), un supermercado que no respeta las normas de seguridad alimentaria (varios en la lista), un restaurante que no cuida de la higiene (demasiados) … es lo mismo al fin de cuentas.

Finalmente, la guinda que corona todo: el ministro invita a los estudiantes a estar tranquilos, a que sigan estudiando. O sea, no ha pasado nada. Es un problema financiero pero la academia no ha sufrido. Los profesores siguen trabajando, felices y contentos; los recursos para el aprendizaje están ahí; el personal de colaboración no se ha resentido en su situación. Como si los estudiantes y sus familias no fueran las primeras víctimas de todo ello. Los docentes y el personal tienen sueldos impagos –dicen las noticias-, hay deudas previsionales, no se dispone de recursos.

Si el ministro dice que la universidad será castigada, oculta descaradamente (porque no puede ser ingenuo) que los estudiantes han sido castigados desde el primer día en esta universidad. Y miles y miles de estudiantes y familias lo han sido en estos más de 30 años en que la codicia ha hecho de la universidad un negocio –ni siquiera una empresa, puesto que éstas a veces producen bienes para la sociedad. Un simple negocio donde nada importa sino ganar dinero.

Y la ley lo permite. Y ninguno de los gobiernos ha hecho nada –ni de la Concertación ni, menos aún, el actual. Ya es hora de decir basta. Es posible concebir la educación superior privada –de hecho existe desde fines del siglo 19. Pero lo que está sucediendo es inaceptable. Razón tienen los estudiantes: no más lucro. Educación pública, gratuita y de calidad para todos. Educación privada, pagada y de calidad para los que quieren y pueden.

Hay lugar para todos pero no para los ladrones, los codiciosos, los que se enriquecen con los sueños de los más pobres.