martes, 28 de diciembre de 2010

Educación para Chile

El tema de la educación debe estar siempre en la mirada vigilante de los ciudadanos. Precisamente por su importancia es que no puede dejársela en manos de los políticos y los burócratas, ni siquiera en la de los profesores. La educación es una tarea de país, un deber ciudadano, la única manera de asegurar el futuro.
¿Qué educación queremos para Chile? ¿Cómo podemos aproximarnos a su concepción?
Educar a Chile significa fijarse un proyecto de país. Se trata de la construcción de un país sobre las bases de la justicia (virtud propia de la ciudad, de acuerdo a Platón en La República), y no sobre las bases de la conveniencia y la codicia, que profundiza y perpetúa la desigualdad. Tampoco sobre la base del nacionalismo ciego y torpe y las discriminaciones para todos los "diferentes".
Algunos habla que en Chile hay falta de equidad. Eso es una falacia: la crisis del país es puramente un tema de justicia en sus más diversas expresiones.
Pues bien, ¿qué implica una educación basada sobre la justicia y orientada hacia la misma como valor supremo ordenador de las relaciones entre los ciudadanos?
En primer lugar, una educación basada sobre y orientada a la justicia debe partir por la práctica. Esto implica acciones desde diversos niveles:
- desde las esferas gubernamentales, la eliminación de todas las fuentes de diversidad originadas por condiciones que no corresponden al trabajo de cada uno;
- desde el Estado, la inversión y el "gasto" necesarios para que efectivamente todos los niños y niñas de Chile tengan reales posibilidades de lograr sus metas, en un clima donde la justicia sea activa en una construcción cotidiana de la misma;
- la generación de condiciones para que "el trabajo de cada uno" no sea necesariamente igual al otro, sino que aquel que posea el mayor potencial educacional respecto de las personas; en otras palabras, junto a la demanda por la igualdad básica, también la demanda por oportunidades diferenciadas de acuerdo a las características de los propios sujetos;
- la justicia en la escuela implica poner las condiciones para su práctica, de donde la participación de los diferentes actores (directivos, profesores, estudiantes, padres) sea en sí misma un proceso formativo en los hábitos fundamentales de la ciudadanía;
- la justicia es una construcción social y sólo existirá efectivamente cuando los miembros de una sociedad convengan, negocien acuerdos y disensos: los acuerdos para cumplirlos y los disensos como el necesario espacio para la diferencia.
Hay más todavía. Pero por ahora dejemos las cosas hasta aquí.
Los ciudadanos debemos abrirnos las puertas, ya que nuestros representantes han fallado en su mayoría. Por ahora podrán actuar a espaldas de la ciudadanía, pero será por poco tiempo en la medida que los ciudadanos seamos activos en la construcción (en la educación) de la justicia en este país nuestro.

viernes, 24 de diciembre de 2010

El mensaje oculto

Ninguna propuesta es ingenua. Menos aún cuando se refiere al tema de la educación. La llamada "revolución" del ministro Lavín no queda fuera de este principio.
Lo que el Gobierno propone no es una revolución, sino que un conjunto de medidas que, entre otras, consideran un cambio en la asignación de horas de trabajo en el currículum escolar: aumentar matemáticas y lenguaje, disminuyendo historia y ciencias sociales.
Esto no es inocente ni ingenuo sino que revela algunas convicciones y consecuencias como las siguientes
1.- la convicción que el sistema público es intrínsecamente malo y el privado necesariamente mejor; ergo, para mejorar la educación hay que privatizarla;
2.- la empresa privada, sin embargo, no se hace cargo de los casos que no tienen futuro sino sólo de los que prometen éxito; ergo, la educación pública se hace cargo de aquellos para quienes no se tienen mayores expectativas;
3.- lo importante son los puntajes en las pruebas estandarizadas nacionales (Simce, PSU) o internacionales (TIMMS, PISA) en las cuales matemática y lenguaje ocupan un lugar central; lo local tiene poca importancia a nivel internacional; ergo, se reduce el tiempo de trabajo dedicado a las ciencias sociales y la historia;
4.- si los puntajes son la clave, adquiere sentido la política del semáforo, que señala a los "buenos" colegios y estigmatiza a los "malos" establecimientos; pero estos últimos son los que atienden a los que menos futuro tienen (los más pobres); ergo, preocupémonos de las luces amarillas y que las rojas se las arreglen como puedan;
5.- la convicción que el éxito educacional es una cuestión de buena gestión (!?); ergo, directores-gerentes antes que directores-educadores es la solución;
6.- la convicción que más vale tener una instrucción moralista centrada en los valores de una determinada religión antes que una educación ciudadana en los valores de la democracia republicana; ergo, mantenemos las horas de religión y rebajamos las de historia.
¿Qué podemos esperar de todo esto?
Nada. Nada puede esperarse, puesto que "esperar" no es lo correcto. Es tiempo de actuar, aunque sea tarde, aunque sea con retraso para quienes creímos que la Concertación realmente significaría cambios auténticos.
Actuar ahora. Cada uno sabrá cómo y dónde. Pero es ahora.

domingo, 19 de diciembre de 2010

Regalo de Navidad

Esta historia la envié hace un par de años a mis amigos y seres queridos. A finales de 2010 quiero compartirla nuevamente con cada uno y cada una.


Regalo de Navidad

La otra noche soñé que Santa Claus se me aparecía y me preguntaba qué regalo quería para esta Navidad.

- ¿Sabes?, le respondí, normalmente me hacen regalos que se deterioran o se consumen con el uso. No son regalos que permanecen. Este año te pido que, no importa lo que sea, me regales algo que no se estropee con el tiempo, ni se deteriore, sino que aumente y crezca cada vez.

- Está bien, me respondió. El día de Navidad, o cuando la celebres, mira bien y encontrarás tu regalo.

Pues bien, la tarde aquella que celebramos la Navidad recibí mi regalo pero era algo que se consumía y que desaparecería pronto. Cerré los ojos y pregunté:

- ¿Dónde está mi regalo que no se deteriora ni se consume sino que aumenta cada vez?

- Mira a tu alrededor, dijo una voz dentro de mí.

Lo hice y ví todos esos rostros amados de hijos, nietos, amigas y amigos, compañeras y compañeros de trabajo y aventura, esos nombres y direcciones en mi correo, y comprendí finalmente cuáles eran los regalos que no mueren, que no se deterioran sino que crecen, que no se consumen sino que mientras más se entregan y cultivan más aumentan.

- Gracias, musité en mi corazón.

- Feliz Navidad, me respondió la voz.

jueves, 16 de diciembre de 2010

Tolerancia cero

Este año 2010 ha sido especial: para unos caótico, trágico para otros, mala suerte para muchos, un año perdido también. En fin, un año que se esperaba fuese todo lo contrario: el año del bicentenario (?), del cambio que finalmente llega con el gobierno de la nueva derecha, el millón de empleos prometidos, fin a la delincuencia, etc.
Los chilenos hemos observado mayoritariamente el devenir de este año como una suerte de reality show montado por quienes detendan el poder (poder político, económico, comunicacional)en el cual ni siquiera tenemos el derecho a cambiarnos de canal. Y nos hacen creer que vivimos en el mejor de los mundos posible o que, cuando menos, estamos caminando directamente hacia él.
Pero en esta copia (no tan) feliz del Edén muchos chilenos estamos cansados.
Por eso en este blog se propone la Tolerancia Cero.
A continuación, algunas de las fechorías que deberían ser incluidas.

TOLERANCIA CERO para
- la descarada mentira que todos los días nos hacen tragar los medios de comunicación (con honrosas excepciones)
- el discurso efectista que confunde revolución con unos cuantos cambios
- la impunidad con que los bancos y financieras siguen actuando, obligándonos a consumir productos que no necesitamos para un préstamo que sí necesitamos
- la negación y ocultamiento sistemático de los derechos de las personas y grupos que carecen del poder: los mapuche, el pueblo rapa-nui, la huelga de FASA, del Metro, de Almacenes Paris, de la ANEF;
- la indiferencia con que el Estado a través del Gobierno deja morir a sus universidades, hipotecando el futuro de la ciencia y la tecnología en Chile,
- la promiscuidad de la política y los políticos, que conviven descaradamente en y con el show, olvidando a quienes los elejimos; ellos(as) que aprueban en reajuste miserable para los trabajadores aludiendo a "razones de Estado" - incluyendo la traición del presidente del PS;
- la trivialidad con que se enfrentan las grandes tragedias: cómo el drama de la muerte de 81 presos o la épica del rescate de los mineros se transformaron en farándula, en efectismo, en melodrama;
- la mentira sistemática que hace que la solidaridad -acto libre por definición- esté ligada al consumo, al punto que a mayor consumo hay mayor solidaridad (caso de la Teletón, entre otros).

De manera no menos importante, tolerancia cero para la comodidad y la indiferencia con que las mayorías nos sentamos a mirar el espectáculo, haciendo como que ese es el país real y lo otro no existe. Tolerancia cero para la culpable insensibilidad frente al sufrimiento y al dolor de las mayorías.

El listado es incompleto. Estamos invitados a seguir ampliándolo. A ver qué somos capaces de decir y hacer.

miércoles, 17 de noviembre de 2010

La destrucción de la escuela pública como posibilidad de democracia

Recientes noticias evidencian cómo en el país se avanza inexorablemente al cierre definitivo de escuelas municipales (último bastión de la educación básica pública) y la movilización de los grupos de estudiantes hacia escuelas particulares subvencionadas (EPS).
Lo increíble de esto es que las escuelas particulares subvencionadas reciben del Estado la misma cantidad de dinero por estudiantes que una corporación municipal. O sea, para el Estado el costo es el mismo: no se ahorra ni un centavo. Más aún, las EPS cobran adicionalmente a las familias y disponen de todos los recursos de la legalidad de la empresa privada, lo que las pone en un pie de desigual ventaja frente a las escuelas municipales. En otras palabras, las EPS reciben dinero de las familias, y el Estado también les paga por hacerse cargo de la educación de niños y niñas. Es el llamado “principio Mateo”: al que tiene se le dará y al que no tiene, aún lo poco que tiene le será quitado.
Consultado por la posición del Gobierno ante la crisis de las escuelas municipales, el Ministro de Educación con un desparpajo escandaloso dice que es una cuestión de los municipios. De la misma manera que el Ministro de Minería dice que los conflictos con las mineras o con los depósitos de relave son “cuestiones entre privados”. En otras palabras, que el Gobierno no se hace cargo. Y ante la competencia desigual se hace el sordo y ciego. La educación pública sigue siendo traicionada.
¿Dónde reside la traición?
Primero, en el engaño: nos quieren hacer creer que el tránsito de la escuela municipal a la particular subvencionada está relacionado con la calidad. No es verdad. El criterio es económico, es decir, el Estado no quiere invertir en educación más de lo que hace en la actualidad: el plus que representa la operación de la escuela privada proviene de las familias. En esta línea, los municipios verán pronto con gratitud y alivio que se les saca de encima esta carga financiera y de gestión que significa la educación municipal. Por cierto, los más pobres seguirán siendo cada vez más pobres.
Segundo, se trata de un proyecto político, no educativo. La destrucción de la escuela trae consigo una nueva merma en los espacios públicos, es decir, aquellos espacios en los cuales se constituye la democracia en las bases, donde –al modo del ágora ateniense- los ciudadanos pueden discutir sus problemas y proponer sus proyectos. La escuela ha sido en el país un espacio privilegiado de ciudadanía, no sólo para formarla sino también para ejercerla. Todo esto se acaba poco a poco.
Tercero, nuevamente el Estado da la espalda a la educación. En este sentido el actual gobierno sólo ha seguido las líneas programáticas de los gobiernos anteriores, los cuales se articulan perfectamente con el programa de privatización instalado durante la dictadura. Doble traición de la Concertación.
Cuarta traición, la que conlleva presentar al Estado y sus órganos como la ineficiencia misma. Por cierto, ¿cómo se puede ser eficiente si progresivamente se le van retirando los recursos de todo tipo?
Un país sin escuela pública de calidad, sin espacios de participación en las bases, que ve que los espacios son los de la farándula, del mal, del “reality show”, termina enajenándose, perdiéndose a sí mismo.
Por cierto, hay quienes ganan con todo esto. Chile es una copia feliz del Edén, la pena es que no alcanza para todos, sólo para unos pocos
(Agradezco a mi colega y amigo M. Pizarro la conversación que dio origen a este comentario)

miércoles, 29 de septiembre de 2010

La realidad anti

En "Alicia a través del espejo", Lewis Carroll nos muestra cómo lo que está al otro lado del espejo es una anti-realidad, todo está al revés. Y en esta copia feliz del Edén, en cuanto copia, las cosas no podrían ser diferentes.
La política "anti" ha sido parte de nuestra historia.
En el plano de las leyes la más famosa es la ley antiterrorista que condena a todos los chilenos a la amenaza de someterlos a a justicia militar por razones que alguien califica, aunque los delitos sean comunes. Es lo que reclaman los presos mapuche en huelga de hambre.
El ministro de educación ha propuesto también una ley "anti-bullying" o, eufemísticamente, de convivencia escolar. Ya hemos comentado en otras entradas de este blog cómo se instalan amenazas y diversos formatos de represión sobre comportamientos agresivos en el medio escolar.
El mismo ministro ha decidido castigar a la escuelas menos eficientes (curiosamente también las que atienden a los sectores más pobres) poniéndoles una luz roja. En otras palabras, etiquetándolas y enviando un claro mensaje "anti": esas son malas escuelas, busque una mejor para sus hijos; por ejemplo, una privada.
Para qué hablar de las manifestaciones públicas (supuestamente una garantía constitucional) - estudiantes, trabajadores, servidores públicos, profesores, organizaciones ecologistas, agrupaciones étnicas: todos sabemos de la represión, es decir, la actitud "anti" de los gobiernos de turno.
La política anti se realiza también por la tervigersación, el ocultamiento, la invisibilización. El discurso oficial sesgado: según el ministro del interior ahora la culpa y la responsabilidad son todas de los presos políticos. ¿Será que el gobierno está superado y tira la toalla? Si es así tendrá que recurrir a lo único que le queda: la fuerza. Los problemas no existen si no se los saca a la luz, y los medios de prensa en general han invisibilizado las demandas y los problemas, han acallado las voces de los muchos para darle lugar a las voces de los pocos.
También es cierto que hay políticas "anti-anti"(la doble negación que afirma). Cuando un organismo oficial investiga los abusos de ciertos médicos y no se inician procedimientos, se avala y favorece un compotamiento insano. Cuando la salud está reservada a algunos y negada a muchos: cuando los recursos públicos se destinan a favorecer a algunos sectores y niegan a las mayorías: ¿qué ciudadano civil puede atenderse en un hospital de alguna rama de las fuerzas armadas como cualquier hospital público? Aquí no hay disposiciones "anti". Hay una política anti-anti, es decir, de favorecimiento y apoyo.
La represión es la máxima expresión de la política anti. No es privilegio ni exclusividad de este gobierno. Ha sido parte de nuestra historia. Frente a ello uno puede preguntarse, entre otras, ¿por qué la represión es una forma "natural" de actuar de los gobiernos y no se reserva para situaciones realmente graves? ¿Por qué la democracia no puede utilizar los recursos de la convivencia democrática para resolver sus problemas? ¿Hasta dónde privilegiamos la solución rápida de los problemas -que al final no resuelve nada- y no una construcción colectiva, aunque sea lenta y difícil?
En esta copia feliz del Edén donde todo es al revés, donde la lógica delirante de Carroll queda corta, sólo queda levantar la conciencia contra-hegemónica, actuar consistentemente y hacernos cargo de que queremos un país diferente: no un anti-país, una anti-democracia.

martes, 21 de septiembre de 2010

¿Mártires o suicidas?

Desde hace semanas se ha instalado ante la conciencia de los chilenos lo que algunos llaman “el tema” mapuche, pero que también puede llamarse de otras formas como “la epopeya” o “la tragedia” mapuche. Los nombres que se dan a los eventos los definen en cuanto tales. Durante meses –para hablar sólo de los últimos acontecimientos- la huelga de hambre de un grupo de 32 mapuches fue silenciada, hecha invisible por los medios de comunicación (con la honrosa excepción de la Radio de la Universidad de Chile que nunca dejó de informar). Claro que de vez en cuando se aludía a ellos como los huelguistas, los terroristas, los delincuentes. Finalmente la situación no dio para más y el Gobierno hubo de hacerse cargo.
Notable es la actitud del Presidente de la República que aludió a los 32 comuneros en huelga de hambre como si estuvieran suicidándose. Nuevamente, el lenguaje crea las realidades. ¿Suicidas? Se trata de seres humanos que no quieren morir sino vivir. Pero su cuerpo es la única arma de que disponen frente a un Estado que tiene a su haber todas las herramientas: las leyes, los medios de comunicación, las armas, la fuerza pública. Desde esa posición de poder casi absoluto, el Gobierno les conmina a abandonar su único recurso, para sentarse a una mesa de "diálogo", sin él despojarse de nada. Un tratamiento justo, al menos uno equitativo, sería que cada uno depusiera sus armas: los comuneros, la huelga de hambre; el gobierno, la ley antiterrorista. Pero no es así, al menos de parte del gobierno. Y si no es posible pensar en la equidad en el trato, ¿cuán posible será pensar en la justicia?
El gobierno amenaza con alimentar a la fuerza a quienes estén en una situación crítica. ¿No es acaso violencia? ¿No se atropellan los derechos humanos de quienes no tienen más que su vida para luchar por ella? ¿Dónde está el "asilo contra la opresión" en nuestra copia feliz del Edén? ¿Cómo es que este gobierno se pronunció con fuerza a favor de los huelguistas de hambre en Cuba pero no tiene un ápice de piedad por los compatriotas del pueblo mapuche?
Si toda la prensa los tilda de suicidas, entonces también podría pensarse que fueron suicidas Prat y sus compañeros, los diez militantes del IRA muertos en las cárceles británicas, o el Mahatma Gandhi, o el mismo Jesucristo. Todos ellos dieron sus vidas por una causa, no les fue arrebatada sino que la entregaron. Y no fueron suicidas sino que mártires. Los mapuches, en cambio, no son considerados mártires sino suicidas.
Pero estos comuneros están luchando por algo más grande que ellos mismos. Que hablen ahora las conciencias.

lunes, 30 de agosto de 2010

Sólo lo visible es real.

Ya es un hábito para nosotros considerar que la realidad es lo que nos muestran los medios de comunicación de masas. La lógica de esta instalación señala que si no está en las noticias es porque no tiene importancia. Peor aún, que no existe.
Por esa razón es que nadie se asombra de la tremenda violencia que se vive en el país. Por una parte la represión física de los estudiantes: baste recordar cuando fueron apaleados y las fuerzas policiales ingresaron a la Casa Central de la Universidad de Chile en los momentos que el Rector asumía su segundo período rectoral. O hace unos cuantos días, que ingresaron a la Facultad de Arquitectura y al sitio de la Torre de Servicios Centrales lanzando agua y gases lacrimógenos. También estaban allí el Rector, los directivos superiores, decenas de funcionarios y cientos de estudiantes. Pero eso no sale en las noticias. Tampoco existe la represión sufrida por los estudiantes secundarios que reclaman mejor educación, mejores condiciones físicas de los establecimientos deteriorados; jóvenes estudiantes que simplemente demandan el derecho que les consagra la propia Constitución de la República, que exigen lo que les corresponde y pertenece por derecho.
También la violencia de los presos mapuche que reclaman ser juzgados por la justicia ordinaria y no por la militar. Pero están sometidos a la Ley Antiterrorista. ¡Vergüenza para los gobiernos de la Concertación y los parlamentarios que no tuvieron los cojones para eliminar un relicto de la dictadura; peor aún, que lo utilizaron descaradamente! Peor aún, ahora el Presidente va a la Región de la Araucanía y no tiene una palabra sobre el problema mapuche. Calla y lo condena a la invisibilidad pública, es decir, a la no-existencia. .
No sigamos porque la lista es demasiado larga: la violencia de la pobreza, de los damnificados del terremoto que al parecer están todos bien y felices; de los deudores habitacionales. La violencia que significa para los niños y niñas más pobres ser etiquetados con una luz roja por el propio Ministro de Educación. Fueron noticia (existieron) cuando el poder político los pronunció. Dejaron de serlo: ya no existen.
¿Dónde están los defensores del pueblo que prometieron todo con tal de llegar al Parlamento? Derecha podíamos esperarlo; pero ahora lo esperamos de quienes ahora son oposición y que durante 20 años mantuvieron una ley maldita como la antiterrorista para ocuparla contra sus propios conciudadanos.
Un sistema que hace invisible la violencia es un sistema corrupto desde su núcleo más profundo, en cuanto traiciona las bases mismas de la democracia: el respeto activo a la dignidad de todos y todas quienes formamos parte de esta sociedad.
Y esta traición no es endosable solamente a la derecha o a la dictadura.

lunes, 23 de agosto de 2010

Nobleza obliga

El día de ayer los chilenos nos conmovimos hasta lo más profundo con la alegría de saber que los 33 trabajadores de la Mina San José estaban vivos y bien. El escueto mensaje "estamos bien en el refugio, los 33" fue el premio a un esfuerzo gigantesco que se desplegó para encontrarlos.
Dice la tradición que es una noble actitud reconocer los aciertos de los demás. Pero no dice que hay que callar los desaciertos o dejar de señalar las incongruencias.
Lo primero es reconocer que el gobierno se las jugó por entero en esta ocasión. Podrá decirse que también fue oportunismo político, pero allí está la evidencia. Esperamos ahora que se la juegue por la justicia en el mundo del trabajo y asegure o mejore las condiciones laborales no sólo para los mineros sino para todos los trabajadores: de la construcción, del mundo pesquero y acuícola, del transporte, del comercio, de los servicios. Esta no es una deuda atribuible directamente al gobierno de Piñera sino que se arrastra desde los tiempos de la dictadura pasando por los gobiernos de la Concertación que, si bien algo hicieron, no fue suficiente al parecer.
También hay que reconocer cómo el gobierno se la jugó por la liberación de los presos de conciencia en Cuba. Ahora esperamos que haga lo mismo por los presos políticos en Chile, especialmente por los mapuche que piden ser juzgados por la justicia ordinaria y no por la militar. O que interceda con igual fuerza por los presos de guerra en la base de Guantánamo.
La empresa minera sacó la cara y su gerente general se prestó a ser entrevistado; eso habla bien de él. Claro está que primero habían contratado un estudio de abogados. Ahora exige justicia, según una última entrevista, que no se les juzgue de antemano. Al parecer no existe el mismo estándar cuando se trata de juzgar a otros: por ejemplo, haber afirmado que los expertos de Codelco eran unos ineptos que no podía leer un archivo en Autocad. Hay más preguntas: ¿dónde está el otro dueño?, ¿dónde están los representantes de la minería, dando explicaciones o haciéndose cargo? Da la impresión que este señor está solo en el mundo: no se le ha visto acompañado por nadie ni ninguna organización gremial de los empresarios ha dicho nada al respecto. ¿De qué solidaridad hablamos? ¿De cuál "responsabilidad social empresarial"?
Nobleza obliga, pero la honestidad obliga más aún. Cuenta la historia que cuando a Aristóteles le preguntaron cómo era que enseñaba cosas que iban en contra de lo que enseñaba su maestro Platón, él respondió: "Amicus vere Plato, magis amica veritas" (En efecto, soy amigo de Platón, pero más amigo soy de la verdad".

viernes, 13 de agosto de 2010

¡Que le corten la cabeza!

Así exclamó la Reina de Corazones, "sin mirar a su alrededor", según narra L. Carroll. No era necesario que los demás supieran por qué: ella sabía. Esta historia habla de un país que nada tiene de maravillas y sí mucho de locura y contradicción.
La búsqueda de un chivo expiatorio es una peligrosa costumbre en la vida social. Éste es un animal inocente sacriticado en lugar del pecador. Asistimos a un progresivo incremento de chivos expiatorios. Primero, los profesores a quienes se atribuye el fracaso de la política global de educación. Luego los profesores, nuevamente, haciéndolos cargo del soplonaje para denunciar a estudiantes de comportamientos inapropiados a la convivencia. Les tocó últimamente a los directivos del Sernageomin. Para qué decir de la prohibición de una enciclopedia sexual por incitación al erotismo.
¿Se resuelven así los problemas? Aumentar puntajes de ingreso para los futuros profesores ¿realmente mejorará la educación? ¿Poner a los profesores como soplones oficiales disminuirá el "bullying" en escuelas y liceos? ¿Se recuperará a los 33 mineros sepultados? ¿Disminuirán los embarazos adolescentes?
Son tres actitudes mentales de peligrosas consecuencias. Primero, pensar que hay responsables únicos de las cosas -curiosamente todos del sector público. Segundo, que los problemas son unidimensionales, no complejos. Tercero, que la instalación autoritaria y del control son eje de las soluciones.
Se culpa a los profesores por la mala calidad de los resultados, pero nada se dice del aporte estatal al financiamiento, de las remuneraciones de los profesores, de su estatus profesional disminuido, de la esquizofrenia de su doble dependencia municipal y ministerial. Para qué seguir. Los profesores no son la única ni la principal causa del problema.
Más evidentes son el autoritarismo y el control en la propuesta de una LEY que obliga a los profesores a denunciar a los estudiantes. ¿Terminará así la violencia? ¿Y qué decir del espectáculo de los medios y noticieros que exaltan la violencia; del eslogan "tolerancia cero" o "mano dura"?
Seguramente los directivos del Sernageomin tienen responsabilidades. No se puede desconocer. ¿Pero qué pasa con la empresa? ¿Cuándo explicará por qué abrieron las faenas sabiendo del peligro? ¿Por qué los gobiernos locales y regional no se dieron cuenta o se hicieron los sordos, ciegos, mudos?
Casi sin comentarios la hipocresía del texto escolar. Si de erotización hablamos, hagámonos cargo de la publicidad, del espectáculo de kioscos de diarios y revistas. "La hipocresía cunde por todas partes en Chile" (D. Gallagher, "El desafío neoliberal").
Puede que no estemos camino a Finlandia, pero al parecer sí lo estamos al País de las Maravillas.

lunes, 9 de agosto de 2010

La lógica del mercado y la universidad

La noticia de la venta del canal 13 de la PUC ha suscitado todo tipo de reacciones, incluyendo una polémica entre el ex vicerrector académico y actual senador por la UDI, Hernán Larraín, y el ex rector de la PUC, Juan de Dios Vial Correa. El primero rasga vestiduras y enrostra que se trata de un acto legal pero no ético, mientras que el segundo le responde con argumentos en el marco del mercado.
Si se tratara de un negocio, de la sucursal de un supermercado, de una farmacia, nadie se extrañaría: es la lógica del mercado. Cuando un negocio anda mal, lo mejor es deshacerse de él lo antes posible. Por cierto, el precio nunca será el optimo.
De los interlocutores, el más consistente es el ex rector Vial. En efecto, la PUC se ha instalado con una mentalidad y un estilo empresarial y gerencial que, al parecer, ha dejado atrás o a un lado las antiguas y preciadas tradiciones de la prioridad de la academia, la consulta y la participación, la discusión ilustrada y respetuosa. No es ese el hábito de los gerentes: éstos toman decisiones y las comunican para que se ejecuten. También está claro que al interior de la PUC hay una tensión en este sentido.
Pero resulta que la PUC es una universidad privada y no pública. Aquello de “vocación pública” es un eufemismo que se utilizó en alguna época para justificar por qué entes privados como la PUC recibían (y reciben) recursos fiscales sin tener que dar cuenta de ellos ante la Contraloría ni ningún otro ente fiscalizador. De manera que, insistamos: es una universidad privada. Como tal, puede funcionar como le parezca mejor.
Pero, ¿qué pasa con las universidades del Estado, aquellas que efectivamente son públicas puesto que pertenecen a todos los chilenos? Lo que afirmamos aquí es que de públicas les va quedando poco.
Primero, porque el Estado financia una mínima parte de su presupuesto (14% para el caso de la U de Chile), de manera que la universidad se ve obligada a venderse en el mercado.
Segundo, porque al obligarlas a competir en el mercado le imponen los valores, lógicas y formas de actuar de la empresa privada, no siéndolo y no teniendo vocación ni capacidad legal para hacerlo.
Tercero, porque al imponer una medida como la de los “créditos transferibles” instalan la posibilidad que muchos estudiantes dejen de tomar algunos cursos en la universidad que es más exigente y los tomen en otra menos exigentes. De esta forma, la transferibilidad de los créditos puede llevar a un descenso sistemático de la calidad. A la vez, hay un progresivo desfinanciamiento.
Cuarto, porque al imponer la obligación del autofinanciamiento el Estado ha hecho que sus universidades se debiliten, haciéndolas más frágiles frente a las demandas del mercado, más fácilmente transables. De esta forma, la vocación de servicio al país y a las necesidades de todos los chilenos se va deteriorando hasta quedar convertida en un eslogan.
Así las cosas, no parece posible concebir una auténtica universidad pública en un sistema de mercado. ¡Adiós Finlandia de América del Sur!

domingo, 1 de agosto de 2010

¿Nada nuevo bajo el sol?

Hace unos días se supo de una nueva iniciativa en el Ministerio de Educación en relación al fenómeno del “bullying” o violencia en las escuelas. Lo primero a notar es que el fenómeno no es nuevo, pero sí es verdad que su intensidad parece haberse incrementado. Al menos es lo que los medios de comunicación han señalado.
Más allá de esa discusión, lo interesante es la propuesta de enfrentarlo. Como siempre, el Ministro despliega sus dotes para sorprendernos, para asombrarnos, puesto que a nadie se le había ocurrido una solución tan sencilla. Aunque esta vez no parece haber sido su idea sino de los honorables senadores Allamand y Chadwick (ver http://www.mineduc.cl/index2.php?id_contenido=11785&id_portal=1&id_seccion=10). El proyecto busca enfrentar los problemas de clima en las escuelas, focalizando los considerados inapropiados, entre ellos el acoso entre estudiantes; se incluyen las faltas de respeto de alumnos a profesores y también de profesores a alumnos.
Ya no se trata de estigmatizar a una escuela (semáforos). Se trata que los profesores tendrán obligatoriamente que denunciar a la autoridad escolar a aquellos estudiantes que practiquen ciertos comportamientos que la ley señalará. En otras palabras, que los profesores se transformen en soplones.
Más que generar condiciones para conquistar la confianza de niños y niñas y dejarse conducir en procesos formativos auténticos y significativos, que los profesores se conviertan en guardias y agentes de información de las –qué duda cabe- medidas de represión que seguirán inmediatamente (No sabemos qué pasará si un profesor se niega a ello; ¿qué cree Ud?)
Esta lógica perversa no es nueva. La represión como única respuesta ante conductas violentas es la forma en que ciertos sectores reaccionan frente a lo que consideran una amenaza. No se detienen a pensar que eventualmente podría haber otras formas. La denuncia, el soplonaje, la reinstalación de los “sapos” se reeditan como estrategias para mantener el “orden social”, es decir, que los que están arriba sigan arriba y los de abajo, se mantengan allí. Que la distancia no se acorte; ojalá aumente.
Llevando esta forma de pensar y actuar a los diferentes planos, podremos pensar en la reedición de conductas como las que vivimos durante la dictadura, cuando los compañeros de trabajo no sabían quién era el soplón de los servicios de “inteligencia”.
Los estudiantes no sabrán quién es el profesor soplón de la escuela o liceo; quizás son todos, si están obligados. ¿Cómo confiar en ellos?
¿Y en la universidad? Claro, no hay bullying pero hay muchachos y muchachas que promueven todo tipo de desórdenes, impidiendo que los verdaderos estudiantes puedan dedicarse a lo único importante: el estudio. ¿Por qué no tener profesores o estudiantes que informen de estas actividades? Total, ya sabemos cómo hacerlo y de qué se trata.
¿Y el soplonaje en los hospitales y servicios públicos? ¿o también entre los miembros de las fuerzas armadas? ¿y en los jardines infantiles? -ojo, Sra Ossandón. Y suma y sigue. ¿Llegará el momento en que entre los mismos miembros del gobierno se espíen y delaten entre ellos?
Cuando se dice “ni perdón ni olvido”, el "ni olvido" también se refiere a estas prácticas.
Pero el Ministro es inmune, impermeable a estas razones. No podría ser de otra manera.

domingo, 25 de julio de 2010

Y parirás a tus hijos con dolor...

Esta mañana de Domingo he escuchado en la radio a la extraordinaria Lila Downs y su canto de respaldo a la mujer y su denuncia ante las múltiples formas de violencia que ésta sufre a lo largo y ancho del mundo y en el curso de la historia.
Sabemos que la violencia contra la mujer no es nueva. De hecho, cuando en el Génesis el hombre la acusa “La mujer que me diste por compañera …” y el mismo Dios la condena “parirás a tus hijos con dolor…”, se instala en el imaginario una visión de la mujer como fuente del pecado y objeto del castigo, no por lo que cada una hace, sino por el simple y puro hecho de ser mujer. Y esto no es cuestión de la sociedad occidental solamente, sino que es compartido en otras culturas donde, al menos según las noticias, la mujer no tiene una posición privilegiada. Todo lo contrario.
Por cierto, nuestra copia feliz del Edén no iba a quedarse atrás. Los medios de comunicación se han empeñado en focalizar la violencia sobre la mujer en los actos de violencia física, que no son menores ni irrelevantes. Lo que pasa es que no son todos, ni siquiera los más frecuentes. Pero estos últimos se acallan o se invisibilizan convenientemente.
También encontramos la violencia verbal, dentro y fuera del hogar, en la calle y el trabajo.
La violencia psicológica, cuando se la disminuye por ser mujer o se la convierte en “mina” rebajándola en su rol de profesional, trabajadora, madre, en fin, como persona, transformándola en un pedazo de carne listo para ser consumido.
La violencia de los pasquines que cuelgan de los kioscos que las presentan como un objeto de consumo, (semi) desnudas, ofrecidas al apetito voraz de consumidores de todo tipo y a las violaciones simbólicas que ello conlleva.
La violencia institucionalizada cuando las isapres condenan a la mujer a pagar más que los hombres sólo por ser tal y correr el “peligro” de quedar embarazada.
La violencia que significa que los hombres dejemos que ellas carguen con todo el trabajo del hogar, aparte del trabajo fuera de la casa, como si los hijos fueran su culpa y única responsabilidad... además de atendernos a nosotros.
La violencia que ejercen las instituciones como los partidos políticos, las iglesias y otras organizaciones, que suelen dejarlas fuera o simplemente les niegan derechos que los hombres disfrutan.
La violencia que se multiplica cuando la mujer además es pobre y, para qué decir, es india. Pregúntenle a las mujeres del pueblo mapuche, del pueblo aymara.
En este marco, ciertamente las expresiones de la Directora de la JUNJI, Ximena Ossandón, no pueden ser más tristemente desacertadas aunque, eventualmente, no podría esperarse otra cosa. Y esa también es violencia...

miércoles, 21 de julio de 2010

EL QUE PUEDE LO MAS PUEDE LO MENOS o COMO UNIVERSALIZAR EL INDULTO

La propuesta de indulto del Bicentenario que propuso hace unos meses la jerarquía de la Iglesia Católica ha suscitado una cantidad impresionante de reacciones, particularmente cuando se lo plantea en relación a los condenados por violación a los derechos humanos como parte del terrorismo de Estado.
El presidente ha declarado que no dirá nada hasta conocer la opinión de los obispos católicos. No se ha expresado respecto de escuchar a otras iglesias, a la masonería, a los partidos políticos, a los familiares de las víctimas; mucho menos, considerar la legislación vigente proveniente de los acuerdos internacionales sobre el tema que nuestro país ha suscrito.
Pero lo más curioso es que el presidente al parecer no tiene opinión propia, o si la tiene, se queda en silencio, esperando lo que dicen los demás (no todos los demás, sólo algunos). ¿Olfato de goleador? ¿Buscando actuar sobre seguro? ¿Cálculo con cara de póker?
Aparte del hecho que no hay una postura oficial de quien tiene el poder del indulto, está la misma institución. Entendido como una gracia del príncipe, el indulto evoca épocas en que todo el poder estaba concentrado en el soberano. Pero ya pasaron esos tiempos. En la república hay separación de poderes. La institución del indulto es un relicto que sigue presente en parte por desidia o en parte por no hacerse problemas.
Ahora bien, si existe el indulto, PROPONGO QUE SE INDULTE UNIVERSALMENTE.
Indulto universal para los que tienen deudas con el Servicio de Impuestos Internos o la Tesorería General de la República.
Indulto universal para los deudores habitacionales.
Indulto universal para aquellos a quienes se les ha negado la ayuda financiera para subvenir los gastos que demandan sus enfermedades catastróficas no consideradas en el AUGE.
Indulto universal para los presos políticos, particularmente los presos del pueblo mapuche.
Indulto universal para los estudiantes y egresados que están endeudados por toda la vida con el crédito fiscal universitario.
Indulto universal para los que piensan diferente y han sido separados de sus trabajos en los diversos ministerios, como Mideplan, Ministerio de Educación, Ministerio de Salud, entre otros.
Indulto universal para todos los condenados de nuestro país: los condenados a la pobreza, a la enfermedad, a la soledad, a vivir en la intemperie o en la calle. Indulto universal para los condenados a la inestabilidad laboral, para las mujeres en edad fértil condenadas por las isapres, para los niños y jóvenes que son condenados sólo por ser pobres.
Indulto universal para que ya nadie viva con el alma llena de culpas insanas, indulto para todos los pecados –los reales y los imaginarios-, indulto para los condenados a la idiotez de la televisión y su ramplonería.
En fin, indulto universal: de todo y para todos.

sábado, 17 de julio de 2010

EN BOCA CERRADA NO ENTRAN MOSCAS.

En la copia feliz del Edén hay cosas que no se hacen, no deben hacerse. Una de ellas es abrir la boca y decir lo que uno piensa, particularmente cuando se está asociado a alguna institución como, por ejemplo, el Gobierno. En esta perspectiva podemos considerar las expresiones del Ministro del Interior en relación a la propuesta de indulto que se espera de la jerarquía de la Iglesia Católica. Pero también caben en la misma categoría las palabras del ex-embajador Otero.
Al parecer aquí entran en conflicto por una parte la libertad de expresión y, por otra, los intereses de grupos o instituciones. Es comprensible que si alguien participa en una institución (el gobierno, una iglesia, un partido político) de alguna manera supedita sus propias opiniones a las del grupo de referencia al que está adscrito o, más aún, representa. También, se espera que exista un campo importante de convergencia entre las convicciones personales y las propuestas institucionales. Lo contrario sería caer en la hipocresía.
De esto parecerían desprenderse algunas implicancias tanto para los individuos como para las instituciones en que éstos participan o representan.
Para los individuos, por ejemplo, podría plantearse
- No te metas en un grupo o institución si no crees en sus principios o propuestas
- Si lo haces, actúa como si estuvieras convencido; de otra manera serás expulsado del grupo o sacado del cargo
- Si, a pesar de todo, abres la boca y dices lo que piensas, luego tienes que declarar “no fue mi intención ofender a nadie” o “nunca quise señalar que estaba en contra de …”, o cualquier otra expresión que resuelva las cosas
- Si has abierto la boca y pedido disculpas, recuerda que en estas materias no hay olvido; mejor te buscas otro paraguas donde cobijarte, otro empleo, otro patrón
Para los líderes de las organizaciones o instituciones, también existen algunas lecciones y principios de acción derivados:
- No todos los que están junto a ti están ahí porque creen en ti o en tus propuestas; hay quienes están sólo por su propio beneficio
- Cuando pongas a alguien en un cargo, revisa primero su historial y, en todo caso, recuérdale a cada momento que representa a la institución y no a sí mismo
- Si dice lo que piensa, señálale la necesidad de disculparse públicamente y luego búscale un destino pero no a tu lado
- El discurso es más importante que los hechos; lo que sale en la TV es más real que la realidad; somos los buenos y ellos los malos.
Recuerdo a David Gallagher quien en un capítulo de “El desafío neoliberal” afirma que la hipocresía cunde por todas partes en Chile, y ello se asocia "al autoritarismo de su sala de clases". Por su parte, la RAE define hipocresía como “Fingimiento de cualidades o sentimientos contrarios a los que verdaderamente se tienen o experimentan”. El arte del fingimiento parece ser todavía una condición necesaria para vivir en esta copia (feliz) del Edén.

martes, 13 de julio de 2010

LA COPIA FELIZ DE FINLANDIA

El Ministro de Educación escribe en la edición dominical de El Mercurio acerca de las propuestas que ha hecho una comisión de expertos. Aparte de agregar que los expertos son tales y que la comisión es plural desde el punto de vista político (califica de “técnico” el consenso, es decir, no político -¿una nueva ingenuidad ministerial?), el ministro expone algunos de los puntos de la propuesta de esta comisión. Hasta acá todo bien.

Pero nuestro ministro, con la creatividad que le conocemos, agrega un punto de su cosecha: “Esto pone a Chile en la ruta de países como Finlandia”.

El Ministro reduce el problema de la educación a la sala de clases (“el acento donde debe estar: en la sala de clase”, dice), es decir, en el profesor o profesora. Entonces, la clave está en tener mejores profesores. Para mejorar la calidad de los estudiantes de pedagogía sugiere puntajes de corte elevados para los futuros estudiantes de pedagogía (550 puntos indica el artículo). En efecto, se entiende que si los puntajes de corte son más exigentes, sólo ingresarán estudiantes de altos puntajes. No parece una deducción demasiado exigente. La pregunta es qué aliciente tendrán esos jóvenes para ingresar, si con un puntaje de este tipo podrían ingresar a otras carreras más rentables y menos expuestas que la pedagogía (un dato: en Finlandia casi el 25% de los egresados quiere estudiar pedagogía; sólo un 10% de los postulantes es aceptado).

Pero, la lógica ministerial tiene un sesgo monocausal: cambiemos la admisión a las carreras de pedagogía y la educación se asemejará a la de Finlandia; el resto se dará por añadidura. No parece tal.

Si el Ministro quiere seguir el camino de Finlandia también debería considerar otros aspectos. Por ejemplo, que allá prácticamente toda la educación es pública. Así es, y no sólo la enseñanza básica sino también la superior. A la vez, la educación pública es auténticamente gratuita (no existen los “aportes voluntarios” o “solidarios” o cualquier otro eufemismo para designar el financiamiento privado de la enseñanza pública). La educación privada representa menos del 1% de la escolaridad del país y se encuentra sujeta a la supervisión del Ministerio de Educación.

Por cierto los profesores finlandeses no tienen que enseñar doble jornada para hacerse un sueldo. Lo que el Estado les paga les basta para tener y sostener una calidad de vida razonable.

En cuanto a los estudiantes, no sólo los de pedagogía, tienen asegurado por vía del Estado su mantenimiento. En otras palabras, la educación no sólo es gratuita sino que los estudiantes también reciben una ayuda adicional para poder mantenerse. Hay que señalar que en Finlandia no existen las universidades privadas: todas son públicas, es decir, todas son propiedad del Estado, que las financia casi completamente y se responsabiliza de ellas.

En esta copia feliz del Edén, desde las playas artificiales a orillas del Mapocho, hasta la actual receta mágica para la educación. ¡Por favor!

Un dato para el ministro: visite El Rincón del Vago. Allí encontrará más información sobre la educación en Finlandia y se dará cuenta que no es sólo cosa de subir los puntajes de corte. Puede visitarla en http://pdf.rincondelvago.com/educacion-en-finlandia.html. No hay de qué.

sábado, 10 de julio de 2010

EL MUNDO AL REVES. DE CÓMO EN CHILE SE PROMUEVE LA EMPRESA PÚBLICA

En esta copia feliz del Edén hemos hecho un descubrimiento que ningún país, hasta donde se sabe, había realizado. Fundamentalmente se trata que lo privado ahora es público. En efecto, ya no hay distinción entre universidades públicas y privadas. Las universidades privadas también son públicas, puesto que prestan un servicio público. No porque su dueño sea el Estado, es decir, la sociedad chilena; eso no tiene nada que ver. Es la “vocación de mercado” lo que hace que algo sea público o no.
De esta manera la Universidad del Ratón Miguelito, que es privada pero presta un servicio público, es tan pública como la Universidad de Chile o la de Santiago o la de Talca o la de La Frontera. De aquí se pueden desprender importantes conclusiones que debieran ser tenidas en cuenta por todos.
Primero, si las universidades privadas cumplen el rol público, entonces ¿qué sentido tiene que existan universidades que se denominan públicas sólo porque su dueño es el Estado? Porque lo público o privado no está definido por la propiedad sino por la vocación. Privaticemos las universidades del Estado y ahora tendremos sólo universidades públicas (de propiedad privada, por cierto).
Segundo, si las universidades privadas (es decir, las reales universidades públicas) cumplen ese rol, entonces no habría necesidad de hacer discriminaciones odiosas en materia de financiamiento: todos deberían recibir su parte. ¿Y la Orquesta Sinfónica Nacional? Que vendan entradas, así se autofinancian los grupos artísticos. ¿Y el Servicio de Sismología? Que vendan información, por ejemplo a las constructoras y se financian. ¿Y la filosofía y las humanidades? En este caso específico… ¿qué es eso? De aquí se deriva la tercera conclusión.
Tercero: si algo no tiene valor de mercado, es decir, no se enmarca en el servicio público, entonces no vale conservarlo. Eso sí tendría un carácter netamente privado. Cualquier ciudadano puede estudiar filosofía o leer a los clásicos: es una cuestión completamente “privada”, es decir, personal. Claro que si hay un grupo dispuesto a pagar por ello, entonces surge el servicio público y todo se arregla, todo logra su equilibrio, todo está bien.
Cuarto, si el criterio articulador de todo es el de “sentido de servicio público”, entonces podríamos expandirlo al mundo de la salud: ¿para qué el servicio de salud pública si todos los servicios son públicos? Dejemos estos léxicos ambivalentes y transformemos todo en público.
Que se privatice la propiedad, mientras no se privatice la misión, ésa es la regla. Claro está que bajo este predicamento prácticamente toda la actividad económica es de carácter público: los supermercados prestan un servicio público, los guardias azules de los bancos al igual que la policía, las farmacias que están en cada esquina al igual que la farmacia del policlínico, las escuelas pagadas al igual que las sostenidas por el Estado.
En resumidas cuentas, los chilenos hemos logrado lo que ninguna de las revoluciones comunistas o socialistas han logrado hasta la fecha: tener un sistema completamente público, donde todos los ciudadanos tienen derecho a los servicios sin restricción alguna.
Claro que hay un par de cosas que dan sombra a nuestra copia feliz del Edén. Una de ellas, es que hay que pagar. Olvídense de la gratuidad. Si no pagas no hay servicio. Pero es un detalle. En general vivimos en el mejor de los mundos posibles.

jueves, 8 de julio de 2010

LA POLITICA DE LOS SEMAFOROS

Hace unas semanas, a raíz de los resultados de las pruebas del SIMCE, el Ministro de Educación anunció públicamente la política de los semáforos. Es conocida la medida: sobre el plano de la ciudad (por ejemplo, Santiago) se localizarán los diferentes establecimientos educacionales, los cuales tendrán colores: verde los de mejor rendimiento en el Simce, amarillo los de mediano rendimiento; rojo los de mal rendimiento.
El ministro, en uno de los alardes de imaginación que lo han caracterizado (baste recordar su pasada por el municipio de Santiago) ha inventado este semáforo. ¿O alguien se lo habrá sugerido? ¿Un amigo o colaborador quizás, o un infiltrado del otro lado?
Un semáforo es un dispositivo que regula el flujo vehicular en las calles: la luz verde indica que uno puede seguir adelante, tranquilo y seguro en la medida que respete las reglas. El amarillo es de prevención: hay que detenerse y cuidar de no pasar puesto que del otro lado puede venir otro vehículo. Es una luz de alarma que llama a detener el movimiento. Finalmente la luz roja: ALTO, no pasar, detenerse, so pena de multa. En otra mirada, es la lógica del autoritarismo que premia y castiga según uno se ajusta o no a las reglas (como el Simce, por ejemplo).
Si como padre o madre utilizo esta lógica, me dicen que los colegios de luz verde tienen autorización para seguir adelante, sin temor ni peligro, hacia el logro de sus metas. Los colegios de luz amarilla me indican ¡cuidado!: este establecimiento está a punto de tener luz roja (siempre es así en los semáforos: lo he comprobado mirando por horas el cambio de luces). En otras palabras, más vale no meterse con esta gente: están a punto de que les llegue la luz roja. Finalmente, las escuelas de luz roja están ahí, detenidas, sin poder moverse porque hacerlo es un delito. Naturalmente, hasta que les den la luz verde. Pero en un semáforo uno no se gana la luz verde: se la dan.
Si ahora miro el mapa veré con seguridad que las luces no están distribuidas aleatoriamente por la ciudad, sino que las verdes se concentran en algunas comunas, las amarillas en otras, y las rojas también. Y si vivo en una comuna de luces rojas no me queda posibilidad alguna de elegir una luz verde (aquí entra la lógica de la "libertad para elegir" que predicó Milton Friedman, sí, ese mismo).
¿Qué puedo concluir?
- que las luces verdes las pone la autoridad pero que seguramente es culpa de uno tener luz roja, puesto que la autoridad ha dicho que prefiere las verdes;
- que si tengo luz roja poco podré hacer para salir de allí: no tengo las claves para mejorar los indicadores ni tampoco puedo cambiarme a una comuna "verde"
- que si tengo luz roja estoy marcado y seguramente seguiré allí: la luz roja se transforma en un estigma más que en una señal transitoria
- que el ministro tiene poca imaginación (por no decir otra cosa).

Ministro, ¿por qué no reemplaza las luces rojas por luces doradas, indicando que allí pondrá sus preferencias la política del gobierno? ¿O será que les conviene que los pobres sigan teniendo educación de mala calidad?

CONFLICTO DE INTERESES

Julio 02 de 2010

Hay que ser claros y honestos: Piñera no inventó el conflicto de intereses. Lo que sí es un invento -suyo o de sus asesores- es "no sentir" conflicto de intereses.
El conflicto de intereses está presente en la tradición y normativa chilenas desde hace mucho. Se han dado avances en el tiempo; uno de los últimos aportes es el de la ley de transparencia. Las altas autoridades deben hacer declaración de sus bienes. Tampoco se permite que un matrimonio trabaje en el mismo servicio en relaciones de autoridad: se produce un conflicto de intereses. Y lo que es válido para el menor y más modesto de los servidores públicos, ciertamente y con mayor razón debe serlo para la más alta investidura nacional.
El conflicto de intereses no es una cuestión personal, de conciencia o sentido de responsabilidad. Se trata de un hecho objetivo: una persona que tiene intereses (especialmente económicos pero pueden ser otros: familiares, gremiales) se considera inhibida para tomar decisiones que eventualmente podrían afectar dichos intereses. Un presidente dueño de un canal de televisión no es libre para tomar decisiones en ese campo (designar miembros del Consejo Nacional de TV, decisiones sobre asignación del espectro electromagnético). Un presidente dueño de un club deportivo no es libre para decidir en el ámbito del deporte, especialmente en el fútbol (el Presidente es uno de los dueños del club Colo-Colo; pero también es el presidente de la república).
¿Se trata entonces que el presidente -el actual o cualquier otro- deba vender y liquidar todas sus acciones y participaciones en cualquier tipo de sociedad o empresa? No es necesariamente el caso, si bien es lo que más confianza daría al ciudadano común. En otros países hay formas de enfrentar y resolver estos conflictos -como el fideicomiso ciego- las que deberían ser estudiadas como alternativas a la simple venta de los bienes.
Cometió un error la vocera del gobierno cuando afirmó que el presidente no siente conflicto de intereses. Es muy posible que no tenga conflictos internos, su conciencia puede estar tranquila porque no ve que dichos conflictos existan. Una conciencia en paz. Después de todo vivimos en esta "copia feliz del Edén" que, desgraciadamente, es sólo un mito o, en el mejor de los casos, una figura literaria.
El tema del conflicto de intereses, como se señaló, es una cuestión objetiva más que un sentimiento personal.
Y lo que se afirma del presidente podría extenderse, por ejemplo, a parlamentarios y ministros y preguntar ¿cuántos de ellos son dueños o directores de universidades privadas -el gran negocio de la educación superior? ¿cuántos de estos próceres son dueños o tienen intereses en las clínicas privadas, en las Isapres -el gran negocio de la salud? ¿cuántos en el mundo del transporte, del medio ambiente?
El conflicto de intereses no es sólo un tema presidencial -aunque es lo que está en la discusión actual. Es algo que afecta y debe interesar a todos los ciudadanos.