Julio 02 de 2010
Hay que ser claros y honestos: Piñera no inventó el conflicto de intereses. Lo que sí es un invento -suyo o de sus asesores- es "no sentir" conflicto de intereses.
El conflicto de intereses está presente en la tradición y normativa chilenas desde hace mucho. Se han dado avances en el tiempo; uno de los últimos aportes es el de la ley de transparencia. Las altas autoridades deben hacer declaración de sus bienes. Tampoco se permite que un matrimonio trabaje en el mismo servicio en relaciones de autoridad: se produce un conflicto de intereses. Y lo que es válido para el menor y más modesto de los servidores públicos, ciertamente y con mayor razón debe serlo para la más alta investidura nacional.
El conflicto de intereses no es una cuestión personal, de conciencia o sentido de responsabilidad. Se trata de un hecho objetivo: una persona que tiene intereses (especialmente económicos pero pueden ser otros: familiares, gremiales) se considera inhibida para tomar decisiones que eventualmente podrían afectar dichos intereses. Un presidente dueño de un canal de televisión no es libre para tomar decisiones en ese campo (designar miembros del Consejo Nacional de TV, decisiones sobre asignación del espectro electromagnético). Un presidente dueño de un club deportivo no es libre para decidir en el ámbito del deporte, especialmente en el fútbol (el Presidente es uno de los dueños del club Colo-Colo; pero también es el presidente de la república).
¿Se trata entonces que el presidente -el actual o cualquier otro- deba vender y liquidar todas sus acciones y participaciones en cualquier tipo de sociedad o empresa? No es necesariamente el caso, si bien es lo que más confianza daría al ciudadano común. En otros países hay formas de enfrentar y resolver estos conflictos -como el fideicomiso ciego- las que deberían ser estudiadas como alternativas a la simple venta de los bienes.
Cometió un error la vocera del gobierno cuando afirmó que el presidente no siente conflicto de intereses. Es muy posible que no tenga conflictos internos, su conciencia puede estar tranquila porque no ve que dichos conflictos existan. Una conciencia en paz. Después de todo vivimos en esta "copia feliz del Edén" que, desgraciadamente, es sólo un mito o, en el mejor de los casos, una figura literaria.
El tema del conflicto de intereses, como se señaló, es una cuestión objetiva más que un sentimiento personal.
Y lo que se afirma del presidente podría extenderse, por ejemplo, a parlamentarios y ministros y preguntar ¿cuántos de ellos son dueños o directores de universidades privadas -el gran negocio de la educación superior? ¿cuántos de estos próceres son dueños o tienen intereses en las clínicas privadas, en las Isapres -el gran negocio de la salud? ¿cuántos en el mundo del transporte, del medio ambiente?
El conflicto de intereses no es sólo un tema presidencial -aunque es lo que está en la discusión actual. Es algo que afecta y debe interesar a todos los ciudadanos.
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