lunes, 1 de octubre de 2012

EL ARZOBISPO Y EL DOBLE ESTÁNDAR


El Arzobispo de Santiago, Ricardo Ezzati, ha declarado que las culpas son siempre individuales, en referencia a si a la Iglesia le corresponde alguna responsabilidad en los múltiples delitos sexuales cometidos por sacerdotes y religiosos.

Un día antes, comentando la muerte de Pierre Dubois, destaca el rol de la Iglesia en su relación con los más pobres. En pocas palabras, las culpas son individuales pero los méritos serían colectivos. ¿Doble estándar?

El Papa ha pedido perdón por los delitos sexuales de tantos sacerdotes y religiosos. Siguiendo la lógica del arzobispo, tendría que haber dado instrucciones a cada sacerdote que hubiese delinquido, para que individualmente pidiera perdón por sus culpas individuales.

Más aún, las iglesias de otros países se han hecho parte de los delitos cometidos por los suyos, pagando sumas millonarias por concepto de indemnización. El obispo Goic señala que la Iglesia chilena no tiene recursos para pagar indemnizaciones. Con ello, el obispo Goic acepta que la responsabilidad también es institucional, no sólo individual como le respondió el arzobispo Ezzati.

Siguiendo esta lógica macabra, entonces
  • las violaciones a los derechos humanos durante la dictadura y también en los gobiernos posteriores, son responsabilidades individuales; por tanto, no hay responsabilidad de los gobiernos, especialmente de la dictadura militar
  • las estafas, expoliaciones, engaños hechos por empresas como La Polar o las isapres y otras, son responsabilidad de los clientes que se endeudaron y no leyeron bien la letra chica, y no atribuibles a dueños y gerentes que medran en el sistema de neoliberalismo salvaje que nos gobierna 
  •  la pobreza indigna e indignante de las mayorías es culpa de cada uno de los pobres, y no de una sociedad construida sobre la injusticia en la que la explotación es lo "natural" 
  • los malos resultados escolares son porque cada uno de los estudiantes no estudia: suya es la culpa y no de un sistema educacional deprimido, sistemáticamente desfinanciado
Esta posición nos condena a la soledad absoluta, particularmente en los momentos más duros, cuando nos enfrentamos a nuestra debilidad, a nuestro “pecado”, a nuestra culpa. La comunidad o el colectivo no tienen por qué hacerse cargo de nosotros. La irresponsabilidad y la ausencia completa de solidaridad se harían la norma para conducir nuestras existencias. 

Entonces en qué queda toda la prédica que hace el clero respecto de la solidaridad, de la justicia, de la preocupación por el otro. 

Así las cosas, uno puede preguntarse por cuál es la lectura del evangelio que hace Ezzati, recordando aquello de “todo lo que hacen a mis hermanos más pequeños a mí me lo hacen” (Mt 25:40), expresión que es aplicable tanto a los “buenos” como a los “malos”.