miércoles, 5 de octubre de 2011

FIERA ACORRALADA

Suele decirse que una de las situaciones más peligrosas para un cazador es enfrentarse con una presa acorralada, que no tiene escapatoria, puesto que ésta responderá desde la desesperación. Pueden esperarse reacciones extremas que lleguen a la ruptura, la negación, la agresión, las medidas desesperadas.

Algo similar pasa en el país. Tenemos un Gobierno que prácticamente ha sido puesto de rodillas por el movimiento estudiantil y que, en lugar de aprovechar la oportunidad para pasar a la historia como el régimen que puso las bases de la nueva educación y la transformación profunda de la sociedad chilena, se ha puesto en la posición del acorralado que reacciona desesperadamente.

La primera estrategia es la amenaza. El alcalde de Santiago propuso hace unas semanas, sacar a los militares a la calle. El Ministro de Salud amenaza quitar los campos clínicos a universidades estatales, específicamente a la Universidad de Chile. El Presidente de la República envía un proyecto que criminaliza la protesta ciudadana, y de paso da un respaldo post hoc a las medidas del Alcalde de Providencia. ¡Para qué hablar de la amenaza de "perder el año" que ha sostenido sistemáticamente el Ministro de Educación.

El segundo momento de la reacción tiene que ver con la ruptura. De hecho, todas estas reacciones ponen en peligro la mesa de negociaciones que tanto ha costado: el discurso del Presidente respecto que la educación gratuita es injusta y que lo que corresponde es un apoyo diferencial (vía becas o algún otro tipo de beneficio) hacia los sectores más deprivados. Con eso declara que la educación no debe ser gratuita, que debe ser pagada por los usuarios, que la educación es objeto lícito de lucro, y que el rol del Estado sigue siendo subsidiario, es decir, apoyar a los que no pueden.

La agresión es el tercer nivel. Los manotazos del que se ahoga, saltar a la yugular, arremeter con los ojos cerrados. De hecho, el Gobierno ha estado agrediendo física, verbal, psicológicamente al movimiento estudiantil. Los palos y los gases que la policía uniformada reparte con generosidad a diestra y siniestra; las expresiones iluminadas como “inútiles subversivos” o “esta niña endemoniada de la Camila”; la negación e invisibilización de los niños y niñas en huelga de hambre por parte del Ministro de Salud; las expresiones de los voceros del Gobierno (la ex y el actual).

También los medios han contribuido a satanizar el movimiento estudiantil, ya sea presentando los desmanes como lo propio y central de las marchas y manifestaciones; o sugiriendo quiebres y contradicciones en la conducción del mismo; o presentando a los rectores en oposición a los estudiantes.

Hay muchos otros ejemplos de cómo el aparato del Gobierno es incapaz de gobernar, no tiene programa ni propuesta, y al cual los sectores más duros de la derecha están también impugnando por su “centrismo tibio”, esto de coquetear con el centro político.

¿Qué opciones le quedan a este Gobierno que ha perdido el norte, que ya no tiene propuesta programática ni de ningún tipo, que está desacreditado por completo frente a la ciudadanía? A Piñera le queda sólo un año para ponerse al día antes que comience la campaña presidencial.

Ojalá que no esté esperando algún evento que le permita soslayar la crisis, echarle un poco de tierra, tender una cortina de humo aunque sea provisional. Esperar que haya un nuevo episodio de mineros sepultados y rescatados, otra tragedia aérea como la de la Isla Juan Fernández, otro terremoto o cualquier cosa parecida, esa sería la peor de las estrategias.

Sin embargo, los datos de la realidad hasta ahora no sugieren otra cosa. A menos que se cumpla la profecía maya...

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