El educador brasileño Paulo Freire, uno de los grandes maestros latinoamericanos, escribe en uno de sus últimos textos acerca de los sueños, y cómo estos dinamizan y dan sentido a nuestra vida, a nuestra lucha. Por cierto, podrá objetarse que los sueños son eso, nada más, que la realidad es completamente diferente. Es verdad, porque si la realidad fuese perfecta, entonces soñar no tendría sentido. Pero como no lo es, en esta perspectiva soñar es un derecho tanto como un deber, no un escapismo.
¿Cuándo un soñar es no ilusorio, no enajenante?
Primero, cuando los sueños no se producen en el dormir sino cuando se está despierto, consciente, alerta, vigilante, reflexivo. Soñar no es algo que se de en la inconsciencia, la enajenación, el escapismo. El soñar se produce en el enfrentamiento de la realidad.
Luego, sabiendo que los sueños son construcciones de colectivos o comunidades que conversan y negocian sentidos de sus existencias, proponen, promueven y declaran sus aspiraciones como un acto de justicia. Los sueños que uno sueña solo frente a sí mismo son válidos también, pero no necesariamente legitiman una acción ni constituyen base para el derecho.
En tercer lugar, los sueños declaran y traducen las aspiraciones profundas de los despojados de la tierra, de los abandonados, de los pobres, los explotados, los torturados y exiliados, los parientes de los desaparecidos, que desde la materialidad de su existencia demandan otra forma de ser, vivir y convivir.
Cuarto, que el sueño es contraparte de la ira, pero no la niega. Un sueño que soñamos y no nos predispone a la ira, a la movilidad, a la agitación, no es un sueño auténtico. Puede ser un escapismo pero no es un sueño.
Quinto, que soñar significa también tener conciencia que hay otros que sueñan diferentes sueños, que pueden ser incluso nuestros anti-sueños.
Finalmente, que todo sueño demanda su realización. Por eso es que soñar exige luchar: formar parte de un colectivo, una comunidad, una asociación, que lucha por los sueños que juntos han construido.
¿Qué soñamos hoy los chilenos?
¿Qué nos enseña el año 2011 respecto de la construcción de sueños?
Los estudiantes nos han enseñado que otra educación es necesaria y posible, a pesar de lo que digan quienes piensan y sueñan con la libertad para unos pocos y la injusticia para la mayoría. Camila, Giorgio, Camilo y miles de otros rostros están soñando esos sueños para todos.
Los trabajadores nos dicen que es posible soñar con un estatuto laboral más justo y digno. Que la ganancia escandalosa de las corporaciones son sueños de otros y correlativamente son nuestra pesadilla.
Los defensores del medio ambiente construyen sueños de energías renovables no contaminantes, no destructivas. Que Hidroaysén y las termoeléctricas son sueños de otros, no los nuestros.
Las siamesas María Paz y María José, nos dicen que es posible convocar a decenas de especialistas para trabajar y luchar por sus pequeñas vidas.
Los luchadores por la justicia sueñan sus sueños, las agrupaciones de artistas los suyos.
Los diversos colectivos de nuestra sociedad están soñando esos sueños.
Y el año 2011 ha impulsado e incrementado estos sueños al hacerse evidente que nuestros anti-sueños tienen rostro – son los grandes grupos económicos, las empresas que se coluden, los partidos políticos que sueñan sus pequeños sueños de acaparar, mantener o recuperar el poder.
¿Son puras ilusiones, producto de mentes afiebradas de esos “inútiles subversivos”? ¿Qué sostiene nuestros sueños? Paulo Freire nos diría: es la esperanza. Es la certeza de lo que todavía no es pero ya esta siendo. Esperanza que no es quedarse sentado esperando que la historia nos encuentre. Esperanza que es construcción activa, compromiso, acción.
Hay que seguir soñando para que la educación en Chile cambie y prepare personas «vivas» en sus aulas, personas con el gusto de aprender y compartir sus conocimientos, no de productos para el mercado.
ResponderEliminarFelices navidades y año nuevo,
Desde muy lejos!
Oscar