lunes, 28 de mayo de 2012

¿MALA MEMORIA O MALA LECHE?


El ex presidente Aylwin ha declarado al diario El País (España) que el ex presidente Allende “hizo un mal gobierno y que el Gobierno cayó por debilidades de él y de su gente” … “porque si hubiera sido un buen político no habría pasado lo que pasó”.

En esta entrevista se busca el desentendimiento respecto de las responsabilidades históricas. Es claro para todo ciudadano medianamente informado, y especialmente para quienes lo vivimos, que el gobierno de Allende cayó por la articulación de un conjunto de factores y voluntades. Es cierto que hubo excesos y descoordinaciones en el gobierno popular, pero también es verdad que la derecha –económica y política- desde el inicio fue proactiva en una oposición cerrada. “Negar la sal y el agua” se decía entonces para representar una oposición activa que cerraba todas las puertas a los diferentes proyectos e iniciativas del gobierno.  Recordamos la corrida bancaria entre el 4 de septiembre y el 4 de noviembre de 1970; posteriormente el desabastecimiento de los productos alimentarios básicos (que milagrosamente el día 12 de septiembre de 1973 estaban de regreso repletando los anaqueles de supermercados y negocios), la infiltración de la CIA y el financiamiento de la oposición (incluyendo los aportes a El Mercurio). ¿Mala memoria o mala leche?

Sin embargo, esto no es nuevo –aunque sea relevante por quien lo dice, un ex presidente del Senado en los tiempos del golpe de estado, un ex presidente de la república post dictadura. En el mundo de la educación pasa lo mismo, pero más silenciosamente, de manera menos pública y menos evidente.
De tiempo en tiempo salen a la luz decisiones como la de cambiar desde “dictadura militar” a “régimen militar” en un descarado intento de echar agua y diluir un evento tan trascendental y doloroso para la historia de nuestro país. 

Sin embargo, lo más grave está instalado estructuralmente en el modelo educacional.

Si se revisan las bases curriculares de los planes de estudio de la enseñanza básica y media se encontrarán dos orientaciones claras: una, la que enfatiza el desarrollo personal de cada uno de los(as) estudiantes. La segunda pone como eje la orientación al desempeño social de los sujetos. Ninguna de estas orientaciones puede considerarse mala o perversa en sí misma. Es bueno que las personas se desarrollen; es bueno también que se inserten en un mundo social.

¿Dónde está el problema, entonces? El problema no reside en lo que se dice sino en lo que se oculta. Como Aylwin dijo de Pinochet, “socarrón y diablito”: no dijo que fue un dictador cruel y despiadado que persiguió, desapareció y asesinó a sus compatriotas, que fue un traidor al presidente constitucional y a sus propios cómplices a los que dejó en la estacada, que asesinó a compañeros de armas, que robó a manos llenas.

En el caso curricular lo que no se dice es lo relativo a la apropiación de los saberes más significativos y relevantes para el desempeño personal, ciudadano y profesional-laboral de los estudiantes en el futuro. Tampoco se dice que el currículum debe preparar a los jóvenes para que se hagan cargo de una sociedad imperfecta, injusta y corrupta para transformarla en una sociedad renovada.

Con orientaciones formativas como las vigentes, a las que se suman un gremio docente vapuleado y social y profesionalmente disminuido, y una campaña sistemática para la destrucción de la educación pública, es claro que tendremos ciudadanos desentendidos de todo lo social y preocupados solamente de sus propias metas, de consumir y pagar las cuotas mensuales. 

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