Hoy, 17 de septiembre, un diario de la capital recoge una
declaración del Ministro de Defensa que expresa que la Parada Militar “unifica
a todos los chilenos”, agregando que ésta “expresa muy fuerte los valores de la
chilenidad”.
Es increíble el descaro del ministro, que representa por
cierto la opinión del actual gobierno (pero que también, recordando años
anteriores, refleja el sentir de otras tendencias políticas). ¿Cómo se atreve a
afirmar que el desfile de la amenaza armada es algo que nos unifica? ¿Se habrá
olvidado que estas mismas armas, estas mismas instituciones fueron las que
atacaron a su propio pueblo y lo masacraron? ¿Que lo sojuzgaron, humillaron y
aplastaron durante casi dos décadas? ¡Grandiosa victoria de un ejército que
ataca a su propia gente! Las fuerzas
armadas hace casi 40 años tomaron partido: se aliaron y fueron serviles a los
intereses de los grupos económicos, de los partidos de derecha, del integrismo,
de la “seguridad nacional”.
No quieran hacernos creer que el pasado es pasado: la
memoria es lo que nos constituye como nación y como pueblo. Un pueblo aún
dividido, es cierto, pero no tanto por las diferencias políticas como por la
escandalosa injusticia. No en vano Chile es el segundo país en el mundo con las
mayores diferencias sociales.
El militarismo se exhibe impúdicamente por las calles de nuestro país. Nos hace recordar que aún estamos en una “democracia protegida”, como lo estableciera la Constitución de la dictadura.
Así, el ministro afirma muy suelto de cuerpo, que la Parada
Militar expresa los valores de la chilenidad. En otras palabras, que nuestro
ser chilenos está perfilado y articulado sobre el militarismo, el armamentismo
y todo lo que ello conlleva: la actitud agresiva, la amenaza permanente, la
imposición por la fuerza.
¿Dónde quedaron valores como la solidaridad, el esfuerzo, la resiliencia frente a las catástrofes, el amor a la música, la poesía, incluso el aprecio al paisaje variado de nuestro país? ¿Dónde quedaron el respeto por los demás, el “asilo contra la opresión”, la igualdad y la fraternidad, los anhelos de justicia?
¿Dónde quedaron valores como la solidaridad, el esfuerzo, la resiliencia frente a las catástrofes, el amor a la música, la poesía, incluso el aprecio al paisaje variado de nuestro país? ¿Dónde quedaron el respeto por los demás, el “asilo contra la opresión”, la igualdad y la fraternidad, los anhelos de justicia?
¿Entonces, de qué estará hablando este señor?
Me da terror pensar que es un precandidato a la presidencia, a nombre de la derecha. Ciertamente no son palabras de un liberal de quien podrían esperarse otras expresiones, pero no las que hemos leído.
Es preciso estar vigilantes para que la tentación de
afirmarse en las armas no se imponga, no salga a la luz, puesto que la
evidencia señala que no ha desaparecido del todo. Pero también tienen que
recordar que pueden hacer todo con las bayonetas, menos sentarse sobre ellas.
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