sábado, 13 de julio de 2013

MITOS EN EDUCACION (1)

La educación, como fenómeno social y como ejercicio profesional, está llena de mitos. Usamos el término "mito" para denotar "falsas verdades", afirmaciones y supuestos que carecen de base científica, pero que están instalados en la conciencia y en el discurso. Estos mitos muchas veces actúan como reguladores y validadores de las políticas, las decisiones y los comportamiento de los sujetos en el campo educativo (así como en otros campos de la vida social).

En esta ocasión, queremos enfrentar el primer mito. Primero no por su importancia ni por ser el más antiguo ni el más difundido. Primero porque parece el más apropiado para el análisis y el develamiento de su contenido.

"La letra con sangre entra" es un antiguo dicho pedagógico, sobre el cual había un acuerdo prácticamente total. Podemos hoy ver en los museos pedagógicos ejemplos de estos instrumentos de tortura como es el caso de la palmeta, dispositivo que servía para golpear a los estudiantes especialmente en las manos o en el trasero, de acuerdo a las especiales disposiciones anímicas de las y los profesores. Se asumía que los sujetos (alumnos y alumnas) debían aprender a mantenerse en los carriles de lo consagrado como correcto o verdadero. Si no lo hacían "por las buenas", entonces lo harían "por las malas". El castigo físico podía alcanzar niveles de violencia que hoy son impensables en nuestro medio.

Este es un mito puesto que no existe razón fundada científicamente -en el sentido lato de la ciencia- que muestre que los sujetos sometidos a castigo aprenden más y mejor. O cuando menos enfrentados a la amenaza. Sin embargo, ha funcionado. La pregunta que resta es ¿qué ha producido?

Ideológicamente, este mito consagra una visión autoritaria e iluminista de la acción pedagógica. Autoritaria no sólo porque asume que el profesor sabe y el estudiante no, sino que por una estructura de poder socialmente aceptada, que se impone sobre un estudiante indefenso. El profesor representa toda la maquinaria social que se alza para disciplinar a este niño o niña que se resiste a ser iluminado por el saber consagrado como verdadero. La escolaridad es algo que puede y debe ser forzado a los niños y niñas. De hecho, todavía se mantiene la ley de escolaridad obligatoria, ahora aumentada a los 12 años de enseñanza básica y media. El ideario del positivismo está plenamente vigente.

En el plano epistemológico, el mito habla de verdades y hábitos que deben ser instalados. Cuando se afirma que la letra "entra" se hace referencia a la visión transmisiva de proceso de aprendizaje: se trata de escribir sobre pizarras en blanco, de llenar recipientes vacíos, de llevar luz allí donde hay oscuridad. Es una epistemología colonialista que desconoce y hace invisibles todos los restantes saberes de los sujetos. Y para hacer lugar al nuevo saber, a la verdad revelada por el evangelio positivista, nada mejor que un poco de violencia.

Hoy por hoy las cosas no son mucho mejores. Por cierto, es difícil -aunque no imposible- encontrar quien sostenga que el castigo es un recurso educativo. Basta ver los apaleos que la policía propina a los estudiantes que protestan reclamando por más y mejor educación, libre, pública, gratuita, de calidad. Si no aprenden a dialogar, es decir, a comportarse como la autoridad decide que es la forma correcta, entonces aprenderán con el palo y el gas. "Con sangre entra".

Hay otras formas de violencia. Institucionalmente, un ministro de educación de triste memoria inventó el semáforo educacional y marcó con rojo a las escuelas de bajos resultados en los exámenes nacionales. Se exigen más y mejores rendimientos en esos instrumentos sin importar qué efectivamente aprenden los estudiantes. Podemos sospechar que lo que realmente aprenden es que lo único valioso es dar el gusto a los de arriba, a los que tienen el poder para clasificarte como fracasado. La violencia no es sólo física, también es simbólica, social, psicológica, lingüística.

Después de años de ser apaleados, ¿han aprendido los estudiantes que el orden es lo mejor? Al parecer no. La sangre no es un buen argumento. Y la letra tampoco "entra", con o sin sangre. La letra -figura que denota el saber- se construye y se apropia por grupos humanos que son capaces de pronunciar sus verdades, de decir y reclamar, de denunciar y anunciar.

Un mito que parecía algo tan simple y casi bobo, resulta que es uno de los fundamentos de nuestra realidad social y educativa.

No es lo mismo "por la fuerza de la razón" que "por la razón de la fuerza", parodiando el lema del escudo nacional de Chile. Pero hemos aprendido que en "por la razón o la fuerza", esta última nunca ha sido una buena opción.

Tampoco en educación.





3 comentarios:

  1. buenas tardes: me parece enriquecedor el comentario de que la escuela clásica ensena a convertir a los estudiantes en receptores y no en productores de conocimiento, pero creo que es importante resaltar el papel que juega la experimentación, para llegar a la producción de conocimientos que estén basados en prueba y error.

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  2. Después de leer el artículo nos cuestionamos y empezamos a pensar: ¿los estudiantes sentían respeto o temor?. Sin embargo, si miramos atrás nos dirán que fue efectiva, basándonos en los resultados de generaciones y generaciones disciplinadas y “bien educadas”. Pienso que en Bolivia se ha pasado de un extremo a otro, puesto que antes los padres entregaban a los hijos al profesor y éste tenía toda la autoridad para “educarlo”, así los padres se desentendían de su rol en la educación; ahora en cambio, los padres dejan a sus hijos en las Unidades Educativas, en muchos casos también se desentienden de su rol, pero tampoco permiten que sus hijos sean disciplinados por los errores educativos en los cuales incurren sus hijos, porque cualquier llamada de atención puede ser interpretada como maltrato físico o psicológico; ahora son los alumnos quienes tienen el poder, ya que tienen el apoyo irrestricto de los padres y el rol del profesor resumido al nomeimportismo. El resultado de este caos educativo, en gran parte, se refleja en las Universidades que en un escaso porcentaje es productiva, propositiva y madura. ¿En este contexto, cuál sería el punto medio?. Apelando a lo que indica usted, que la fuerza nunca ha sido una buena opción en la educación, pero que al parecer se sigue practicando.

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  3. -"Castigo" y "amenaza" que continúan estables en la Educación actual.
    -Representados: el primero, por la imposición de "leer" textos y más textos ni siquiera comprendidos por el docente y, la segunda, por la "evaluación a la lectura" por el docente.
    -Producto con tonos "grises".
    -Resultado de la vigencia de "transferencia y recepción de contenidos" fuera del manejo competente de docente y estudiante.
    -¿Qué hacer?
    -Que docente y estudiante den curso a una "interacción sin egoísmos".
    Atentamente. Eulogio Chipana

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